Thursday, August 30, 2012

Cristina's story



I come from one of the top 10 most dangerous cities in the whole planet: Caracas, Venezuela. Not that I need to tell you I'm international; my accent gives me away pretty well. I come from a family of divorced parents, who oddly are best friends, and I am obsessed with the idea of cooking the perfect fat-free, organic cupcake. If I had the time to cook everyday you will never see me in the cafeteria, much less calling for delivery. Cooking distracts me in the same way running does. It's like a boost of energy.

Doing art is something I’ve always wanted to try. One day I will, I promise. That is why I admire and respect every bit of creativity in people, as I believe creativity is the bravest part on one’s self.  I am not careful about what I listen to (mainstream girl), simply because music is not something I identify myself with. On the other hand, I do like to read. Not big novels, fancy authors or teenage fantasies, but memoirs; something entertaining with honesty and sassiness. And you should probably know too that my ears hate any type of attention. They turn red anytime they have a chance.

Finally, I came to Clark to "challenge convention and change the world."

Pff, super cliché.

Much better motto than freaking YOLO
Serious mode: I came to Clark because it is a place where you can play around with your interests, create your own major, and still have room to specialize in whatever area you fell in love with. Also, the financial aid program it’s pretty good, I am not going to lie.  

And that's my story.

Wednesday, August 29, 2012

Caine's Arcade

Awesome story

India and Venezuela

India and Venezuela


Tell me one thing these two countries have in common.

You can't think of anything, can you?

India is on its way to "development", while Venezuela is still stuck in the 1970s. There are more than a thousand million Indians, while 40 million Venezuelans is too much to ask for. They don’t share language or religion; not even continents.

They do, however, share one same problem: scooters.

Scooters in India

Scooters in Venezuela
As I was reading and learning about the “Nano” initiative, I couldn’t but think of one particular picture I took last December. I was taking random pictures from my car window on my way to a friend's house, when suddenly I saw a family, a dad, a wife and a little baby smashed between the two, all together in a one-sit-only scooter. Ergo de picture.
Not surprising at all, I must say. 
You see, scooters back home are taxis, family vans, ice cream stands and even moving vans. Everything but scooters. I’ve seen people transporting mattresses on them, for God’s sake.
As there is no effective traffic control, or respect for the red light, highways and roads are the vivid example of what anarchy would look like. Horns, yells, Fs yous! and accidents everywhere at anytime. And apparently, it's not very different from what the Nanovation authors describe in India. It's common to observe scooters and cars competing against time and odds to see who goes through first. It is common for families to get run over (as delicate as it is) and act as if nothing happened. India and Venezuela, both, need an alternative to stop this madness.
Nanovation is a book that describes how a bold and crazy idea, like building a family car at the same price range of a scooter, developed and succeeded. Ratan Tata (the genius behind this idea), CEO of Tata Motors and the richest person across India, was the one able to pull this "Nano project" off.
Believe it or not.

Tata and Nano car
Scooters in India and Venezuela, unlike in many countries, show how people are not able to pay for something safer with four wheels. The poverty and inflation in my country make it impossible for great part of the population to buy a car. Same in India.
Scooters in these two countries (and who knows how many more) are not fun, bold or adventurous. They are the result of a deep social crisis.
How much would I love to see a Nano in my country!
Somebody should go talk to Mr. Tata and take this tiny, but brilliant idea somewhere else.

If you would like to learn more about this Nano car, here's a video: 

                             

Sunday, August 26, 2012

Libres Entre Comillas


Un filósofo moderno (en este momento no me acuerdo de su nombre) una vez dijo: "El hombre nació para ser libre". El hablaba, si no me equivoco, de los tiempos en que le tenías que responder a un rey, o  rodaban cabezas. Y tenía razón: deberíamos poder responderle a alguien si nos provoca, o por mera conciencia. Pero libres, no creo que seamos. En mi humilde opinión, el hombre nació, no para la libertad, si no para todo lo contrario. 


La primera lección de cualquier clase de sociología se dedica a explicarte que el hombre es un animal social. Que no puede vivir solo. No puede comer solo, cambiarse los pañales, o ir a la esquina por su cuenta en caso de poder perderse. Formamos entonces una conglomeración de gente dependiente. La sociedad sirve para hacernos compañía y repartirnos las responsabilidades, a la vez que nos pone otras encima. Es decir, no todos tenemos que encargarnos de encarcelar a los maleantes, pero todos nos tenemos que preocupar por no convertirnos en uno. Si yo sé, está socialmente (y lógicamente) acordado que ser ladrones está mal; pero es precisamente esa limitación de valores que nos han inculcado la que nos "roba" (por tan absurdo que pueda parecer) nuestro poder de decisión. Si yo amanezco un día con ganas de robar una licorería ni mi conciencia, mis papas o la policía me deberían dejar. 

Las sociedades, quitándoles la máscara de súper héroes, son un control social disimulado. Establecen qué esta bien, qué esta mal, qué es perdonado y qué es imperdonable. Crean la ilusión de ser libres (como dice nuestro filósofo anónimo) en un mundo bien esposado.
 Por ejemplo, cuando uno comienza su vida universitaria, uno llega con la expectativa de por fin hacer lo que nos de la regalada gana, por evitarme cualquier vocabulario indecente. Por fin nos liberaremos de nuestros padres, de las tareas, de las explicaciones fastidiosas (pero a la larga extrañadas) de cómo estuvo nuestro día.  Y es verdad. No más dependencia.
Ah, como la extraño.
Es que nuestro sueño de ser adultos es bien majunche. No sabemos que la realidad es exactamente lo contrario. No nos hacemos mas libres, nos quitamos metros de cuerda. Es que el ser humano más libre es aquel bebé que no puede comer solo. Ese sí hace lo que quiere, y no hay quien le reproche. Yo por mi parte, por muy bebé que me gustaría volver a ser, tuve que aguantar toda una semana de charlas, programas y leyes relacionadas con todo lo que no podía hacer en "my very first week of college": no puedo tomar (Yunated Esteits), no puedo faltar a clases, no puedo fumar. Eso sí, nada de curfew.

Y es que si tomo puedo terminar como una mexicana: deportada (perdonen el estereotipo). Si falto a clases pierdo dinero, y quién quiere eso. Si fumo, me llaman a los bomberos. No gracias.
El adulto se tiene que calar los momentos incómodos (todos y cada uno) que le encantaría saltarse como un adolescente se salta un regaño. Sin refunfuñar.

Repito, libres un carrizo.
  
Ese sueño que tenemos de cumplir 18 y hacer lo que nos venga en gana pasa a mejor vida cuando nos damos cuenta del trabajo, de las obligaciones económicas, del peso de tus hijos y de los peligros de no cumplirlos. Pronto nos damos cuenta que es preferible ser un niño dependiente y feliz con alguien detrás para barrer tu desastre, que poder votar, por ejemplo. Mucha responsabilidad.

Yo sí creo, sin embargo, que la libertad existe. Eso sí: viene, como todo lo bueno, en empaques pequeños y caros. Es breve, momentánea. Yo digo que se nos presenta cuando cambiamos de roles en la sociedad.

Ya me explico.

Volvemos al ejemplo del bebé. Como no te sabes ni tu nombre, ni como ir al baño, te llevan cargado a todos lados. No te dejan tocar el piso, ni al perro.  Tú, mientras tanto, lo único que quieres es alcanzar las galletitas esas que ves sobre la mesa. Por eso cuando aprendes a caminar, te sientes como una persona nueva, y sobre todo libre. No crees? No tienes que llorarle a tu mama para ir a tocar esa cosa tan curiosa. Así te caigas, puedes ir solito a descubrir el mundo. Así mismo pasa cuando te dejan cocinar tu primera arepita, cuando te dejan sentarte detrás del volante o te dan el privilegio de montarte en un avión por tu mera cuenta. Pero, ya al rato te acostumbras a caminar, cocinar, manejar, etc. De repente ya no es especial ni emocionante. Es cotidiano.

Por eso es que la gente se la pasa inventando y/o haciendo estupideces. Si ese sentimiento de libertad se obtiene cuando tus responsabilidades cambian de cierta forma tu rol en la sociedad, debe también estar presente cuando no haces lo que regularmente. No?
Nos cansamos de la rutina, y por ende buscamos cosas nuevas cosas que hacer: tatuarse, saltar en bungee, irse de mochilero y esas cosas divertidas. Es como si quisiéramos curvear esa línea recta que se apoderó de nuestras vidas. O salirte de ella, mejor dicho. Ésta es la verdadera fuente de todas las aventuras y loqueras que vemos diariamente. Que si Lady Gaga se disfrazó de vaca, que ahora el Quiditch es un deporte, que nos mudamos de cultura a cada rato, etc. Todas las actitudes “innovadoras” que vemos en nuestro mundo globalizado pretenden simplemente liberar al hombre, al menos por un rato.

En fin, el ser humano crea (lo sepamos o no) los conflictos, las llamadas injusticias sociales y los estereotipos para no aburrirse. Para no estar solito y uniformado. Para tener algo que hacer.
Te hacen sentir humano y no un átomo mas.
Y menos mal... porque yo sin sociedad me volvería loca.

PS: esto lo escribí en mi época de odio malcriado a la filosofía (bueno, mas bien a mi profesor).


Friday, August 17, 2012

Guigui

Guigui es un nombre.
Es el nombre que una bebé muy bonita creó para llamar a la persona más consentidora y leal que conoce.

Es tan chiquita y flaquita como yo a los 9 años. Tan fuerte como el físico culturista que me asustó el otro día en la calle, siempre modelando el uniforme que ella misma se inventó: faldita negra, camisa blanca y mocasines. Un poco supersticiosa, obsesionada con los gatos de la casa y las señales divinas.

Apareció en la vida de mi abuela misteriosamente cuando mi mamá tenía 9 años. Digo misteriosamente, porque todavía no me han contado como es que esa oriental llegó a nuestra familia caraqueña.
Con el tiempo se convirtió, no sólo en la señora de la casa, sino en niñera de la Señora Del Carmen (mi madre), cómplice, mano derecha, confiada, consejera y psiquiatra de mi abuela; quién hasta el sol de hoy no pasa un día sin llamarla.
Guigui se sabe más secretos de mi familia que cualquiera. Todos los dramas de los divorcios, todos los chismes, los secretos, los pecados, las mañas, manías, costumbres y gustos de tres generaciones Risso. Incluyendome, claro está. No hay un día que Guigui no me haga una arepita, me ordene el cuarto, o me prepare sopita cuando la resaca me gana. En fin, un día en que no me trate como su niña consentida. Como sus niñas consentidas, mejor dicho, porque para ella ni mi mamá ha crecido. Nunca lo haremos.

Guigui es como un angelito que siempre está ahí para todo. Absolutamente todo. Desde "Guigui, tengo hambre!", hasta "Guigui!, donde esta el pantalón pegadito color canela que me puse el miércoles pasado?".
- Encima de la silla de la esquina, responde ella.
Sin ella la casa 18-12 no sirve. En navidad, en esas dos semanas que agarra un autobús para visitar a su familia, esa casa no sirve, repito.
No hay nadie que encuentre el sartén de las arepas, ni que pueda cocinarlas sin que queden cuadradas. Así de taradas somos sin ella. La casa se siente vacía, sola, sin nadie que la quiera.

No hay persona que cocine mejor mi desayuno dominguero. No hay quien limpie mi desastre sin desordenarlo. Qué molesto es cuando a mi mamá le da por cambiarme todo de lugar. No hay persona en este mundo a quien yo quiera más.
Me conoce mejor que mi mamá, papá, novio, amigos juntos. Tanto que la quiero, y necesito, y pueden creer no sé absolutamente nada de su vida?
Sólo lo básico: el nombre (porque el apellido todavía estoy entre Rangel o Rengel), su cumpleaños, y que no le gusta la carne. Suena mal, yo sé, pero esa señora sí que es misteriosa, oyó? No le gusta ni incomodar, ni incomodarse. Es penosa como un hámster y se esconde tal cual felino cuando hay visitas en la casa. 42 años perteneciendo a nuestra familia y ni una sola foto tengo de mi Guigui. Ojo, y no es que no haya tratado. Me he escondido con cámara en mano y paciencia unas cuantas veces. Detrás de la puerta de la cocina, dentro de un gabinete, en el baño, hasta en el espacito que hay entre la nevera y la pared. Pero esa mujer es más rápida que.. que bueno, mi dedo haciendo click. Fallidos mis intentos de capturarla decidí dame por vencida. Me di cuenta que no necesito de un aparatico majunche para tener una imagen viva y perfecta de ella. Está clarita en mi memoria. Su olor, su risa, su lenguaje corporal y sobre todo su manera de escabullirse en mi cuarto para no despertarme.

Su mundo es mi casa. Su vida los gatitos, las novelas y los programas radiales que nadie escucha de la AM. Su familia: nosotras (y viceversa).
El alivio que siento cuando llamo a la casa y me contesta el teléfono es incomparable a cualquier otro. Yo ni de vaina estoy preparada para despedirme de mi Guigui.
Me niego.  



Thursday, August 16, 2012

El Pensieve de Cristina


Ustedes se acuerdan del tan especial Pensieve de Dumbledore? Ese que Harry vio y quedó boquiabierto observando al viejito cuidadosamente. Y es que Dumbledore tenía tantas cosas en la cabeza y todas tan importantes, que no se podía permitir olvidar ninguna, mucho menos la infancia de tu sabes quién. Es algo así como una versión comprimida del río Estigia (de donde Hercules rescató el alma de su querida Megara), pero en vez de almas nadando eternamente, hay pensamientos, recuerdos, emociones, y demás.
Dumbledore es Cristina 
                   
Este blog es una combinación abstracta entre el Pensieve de Hogwarts y el Notebook ese de la película tantas veces vista por nosotras las niñas románticas. Es mi manera de mantener mi pasado virgen sin huecos y sin rabias. Purito, como el té que me estoy tomando en este momento.
Para ahorrarme la desgracia del olvido y, sin sonar pesimista, para retrasar mis principios de Alzheimer, es necesario y obligatorio tener un diccionario de mis memorias. Así nació entonces "Cristina Marquez's blog,"dedicado exclusivamente a mi memoria, y a nadie más.